Una vez más mirando al cielo, mi mirada se posa en la luna,
está ahí, llena y brillante como ninguna, resplandece la oscuridad.
Me pregunto, dónde sea que estés, si estarás mirando lo mismo,
y sintiendo la misma sensación de desear que estuvieras acá, al lado mío.
¿Estará el mismo vacío en tu pecho que siento al pensar en vos?
¿Acaso alguna vez en tu mente aparecerá algún recuerdo de los dos?
¿Estarás extrañando mis brazos tanto como yo los tuyos?
¿Sentirás lo mismo? Puedo llenar mi mente con muchas más preguntas.
La verdad sé que no sé nada, porque tu mente es un territorio desconocido,
algo que no tengo ningún mapa para llegar, me pregunto si tu corazón será igual.
Si es que pude llegar en algún momento, y si algo de mi seguirá ahí,
un pequeño rastro de una historia que fue tan fugaz como intensa.
Sea dónde estés, en mi mente siempre estás, extraño tu voz y tus sonrisas,
y me invade el dolor cuando sé que no puedo hacer nada por hacerte bien.
Pero al final me sereno y pienso en las cosas buenas, que son muchas,
y sé que estás bien y espero seas feliz, porque es todo lo que en verdad quiero.
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