viernes, 18 de marzo de 2016

Madre con corazón atómico

El motor empieza a rugir, guiado por los experimentos,
vientos y bronces se unen en una sinfonía en el grito del padre.
Las voces van apareciendo en el camino de la tristeza,
mientras la guitarra azul y triste queda atrás.

La tristeza se apodera del ambiente,
hasta que se va lentamente a otro lugar.
Vienen los sonidos extraños que vuelven algo raro,
se unen al tiempo y crean su indiferencia ante todo.

Todo da pie a que por bajo empiece algo distinto,
simplemente empieza el final armónico.
Todo va subiendo y dejando espacio a todo lo que vendrá,
momentos en que todo cambia hacia otro color.

Empiezan las preguntas, las incógnitas:
¿Si fuera un buen hombre te hablaría más de lo que lo hago?
Se acercan los viejos recuerdos del verano del 68,
ocasionalmente veía una sonrisa pero, ¿Era lo que necesitaba?

Cuando el viejo gordo sol se va cayendo,
viene el distante sonido de la música en mis oídos.
No hagas ningún sonido, porque el desayuno psicodélico de Alan empezó,
el collage de sonidos se vuelve un manto que nos atrapa.

Tan solo palabras que se unen a los sonidos que escuché,
una búsqueda en la que me encuentro aquí otra vez.
Otra vez buscando ver hasta dónde llego por esas palabras,
palabras que son una vez más para vos.


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